La historia de las sociedades es inevitablemente la historia del trabajo, pues este, desde hace mucho tiempo, ha implicado una serie de riesgos. Desde los cazadores recolectores hasta los obreros de las grandes industrias metalúrgicas del siglo XX han realizado sus aportes a las sociedades en importantes situaciones de peligro, incluso de enfermedad y muerte. Con el pasar del tiempo, nos hemos preocupado cada vez más por la búsqueda de unos estándares eficientes y universales que permitan hacer del trabajo un espacio seguro. Todos, de alguna manera u otra, trabajamos y en Medomed no es menos que una prioridad ayudar a consolidar en nuestro país los procesos de medicina laboral. Para tal fin, revisemos juntos algunos hechos importantes de su evolución a lo largo de la historia.
En el año 1773, Bernardino Ramazzini escribió un tratado sobre las enfermedades frecuentes de los artesanos, la obra, de nombre Morbis Artificium Diatriba fue el primer precedente académico para el cuidado de la salud de los trabajadores. El texto incluía revisiones de 94 oficios diferentes en sus dos ediciones, sus riesgos consecuentes y tenía propuestas de acciones preventivas para evitarlos. En el texto de Ramazzini es donde, por primera vez, se distinguen y caracterizan las enfermedades de origen laboral con respecto a las enfermedades comunes y se entendió la salud como un factor determinante a la hora de una mayor efectividad en el desarrollo económico, puesto que un artesano o, en nuestro contexto, un empleado sano, es un empleado productivo. Desde estos momentos incipientes, se puede apreciar lo que en la actualidad conocemos como medicina laboral, que es básicamente, el cuidado, el fomento de la salud, la capacidad de trabajo, el bienestar social y ambiental.
El Tratado de Versalles también implicó un gran avance en materia del cuidado laboral, ya que contiene en su fracción XXI, algunos principios que serían asimilados por la moderna Organización Internacional del Trabajo, que fue la institucionalización de los esfuerzos por proteger la salud de los trabajadores en el progreso económico de los países.
Algunas características de los inicios de la medicina laboral eran la supervisión y asistencia de los primeros auxilios y los procesos médicos pertinentes a los problemas de salud con perspectiva médica, quirúrgica o con relación a la invalidez de origen laboral.
Sin tomar mucho en consideración los hábitos de evaluación y cuidado preventivo, como sería en medicina preocupacional, la recopilación de datos y los programas de educación en salud. En las décadas de los cuarenta y cincuenta fue que maduró la medicina laboral en Europa y Estados Unidos, convirtiéndose en algo muy parecido a lo que conocemos hoy en día, con su institucionalidad, cercanía a la tecnología y técnica formal. Por esos mismos años se estaba avanzando mucho en tema de departamentos de medicina laboral en las empresas, programas de investigación y en las ciencias complementarias a la medicina laboral, como la enfermería laboral, la higiene industrial, la señalización y el desarrollo de las herramientas de seguridad industrial. Hasta nuestros días se han agudizado y mejorado mucho más los estándares de progreso en la materia de medicina laboral y esta se ha consagrado como la operación interdisciplinar integral que vela por el bienestar de los trabajadores. Tanto desde antes del inicio de las operaciones laborales a través de las campañas de prevención, educación y acoplamiento a las normas de seguridad con los implementos de seguridad, como durante e incluso después de la operación laboral.
Sigue de cerca las próximas entradas de nuestro blog, para que veas cómo desde nuestro contexto, Medomed colabora para asegurar la continuidad del establecimiento mundial de las prácticas en medicina laboral y seguridad industrial.
Referencias:
Nava H. Antecedentes históricos de la Salud en el Trabajo. En: Barquín CM. Sociomedicina. Cuarta Edición, México:Méndez Editores; 1994:533-536
La Dou J. La práctica de la medicina del trabajo. Medicina Laboral y Ambiental. Editorial El Manual Moderno; 1999: 3-8.